El jueves 21 del mes presente tuvo lugar la presentación de
mi novela A un difunto desconocido,
evento que bien ofreció mi estimado amigo y escritor Vicente Cuenca Rueda. Como
autor, mi satisfacción estriba no tanto en el número como en la calidad de los
asistentes. Cuando éstos, además, son jóvenes y muy allegados, la cordialidad y
empatía juegan a favor, transformando la causa en una reunión tan afable como
emotiva. La concisa pero detallada exposición de esta novela breve, muy densa y
dramática, suscitó interés, asombro, admiración y no pocas preguntas al respecto.
En el más honroso contexto donde un autor puede hablar de sus escritos y
ficciones, la egregia Expolibro (Diego Marín) nos abrazó, viéndonos rodeados de
las más célebres obras literarias de todos los tiempos. En esa atmósfera donde
flotan las profundas reflexiones de Pío Baroja, Miguel de Unamuno, Jorge Luis
Borges, William Faulkner, Thomas Mann, Franz
Kafka, Miguel Ángel Asturias y tantos otros, tuvo lugar este encuentro
inolvidable y desde luego trascendental.
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