Hay privilegios inenarrables y este fue uno de esos que nunca se olvidan. Reconozco mi pasión callada por la poesía; soy alumno de la Generación del 27 y siempre lo digo con emoción y humildad. Pero el gozo estribó –y para muchos años, espero– en poder contar con la gratísima presencia de mi gran amiga y admirada poetisa doña Amelia Moncada Georgiades. A bien tuvo, tan honorable señora, leerse mi novela en formato manuscrito y hablar de ella con una admiración abrumadora. Deseo expresar mi gratitud imperecedera a tan encantadora autora de varios poemarios que me atrevo a adjetivar de cautivadores y poderosos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario